lunes, 15 de enero de 2007

1.0 LA VISITA AL MUSEO

Era el día mas esperado de Minu. Desde que tenía 2 años su padre, Eléan Sentino, acostumbraba llevarlo un día después de su cumpleaños a algún museo de la Ciudad Central. Con tan sólo 7 años, ya entendía muchas de las cosas que sus compañeros de clase no podían ni comenzar a descifrar, precocidad que se hizo evidente a los 6 meses, cuando dijo su primer vocablo, “Selei”, aunque sus padres nunca supieron que en verdad había sido una palabra.

Minu ya sabía leer y escribir perfectamente, y a pesar de todas sus habilidades no era ni un niño retraído ni absorto sino todo lo contrario: tenía una novia 2 años más grande que el, a la que seducía con su gran imaginación y sus historias de cómo él no pertenecía a este mundo. Además, no existía una sola persona en su escuela que no supiera de sus habilidades deportivas, era miembro del escuadrón de natación, compitiendo regularmente con niños 2 años mayor que él. En sí, era un niño bastante popular, cálido y amigable.

Eléan había escogido el Gran Museo de Historia Natural, que llevaba 10 años en pie en Ciudad Central. Eléan había sido de las grandes mentes detrás de esta obra descomunal de 10 pisos, que contenía todos, o casi, los episodios de la historia de la Naturaleza en la Tierra. Había participado en la arquitectura y el diseño del lugar, pero más que nada, en la concepción (el más grande talento de Eléan era concebir proyectos inimaginables). Llevaba 2 años esperando poder llevar a su hijo a tal museo, pero siempre se abstuvo dado que ahí dentro se encontraban terrores que no quiso despertar en Minu antes de tiempo (sabiendo que perfectamente los comprendería).

Pero ya era tiempo. Minu había logrado convencer a su padre de que lo llevara a su creación, el año antes ya se había preguntado por qué no lo llevaba a un lugar donde podría estar tanto feliz de conocerlo, como orgulloso de su padre por ser parte de él. No importaba más, este año lo había logrado persuadir.

Había que volar más de 2 horas para llegar a Ciudad Central desde Guaju. El modelo Dens-0201 de Eléan era envidiable, alas cortas retractiles, capacidad de despegue vertical, autonomía de 10 horas, y no olvidando que volaba a más de 400 km/h usando únicamente energía solar. Era una pieza excelente de ingeniería y optimización un ejemplo de lo que su civilización estaba destinada a desarrollar.

Minu siempre admiró ver la tierra desde el cielo, y siempre durante este recorrido imaginaba que no necesitaba al 0201 para volar, sino que podía hacerlo por sí mismo. Cerraba los ojos e imaginaba el viento rozando sus manos, agitando sus ropas y sentía como sus mejillas se aplastaban hacia sus pómulos mientras aumentaba su velocidad, cuando todo de repente se silenciaba y proseguía el gran estallido sónico. Minu sabía de todas estas cosas, y su imaginación lo llevaba mucho más allá (jamás reparó en pensar que ningún cuerpo humano es capaz de soportar un estallido sónico, ni la fricción con el viento a tan alta velocidad; siempre recordaba que él no pertenecía a este mundo).

El Dens-0201 aterrizó suavemente detrás del GMHN, y la compuerta superior de la nave se abrió. Eléan bajo y lo siguió Minu, mientras observaba a una persona uniformada que los esperaba. – Un policía- pensó. Pero rápidamente desechó esta idea ya que los policías en la Ciudad Central regularmente patrullaban los cielos, persiguiendo a los que corrían por la ciudad o utilizaban naves basadas en combustible fósil. Era casi imposible observar uno en la tierra. - ¿Entonces de qué será ese uniforme? – se preguntó.

El hombre que los acompañaba era Menes Fergo, custodio del museo y amigo de Eléan desde la infancia. Era la persona con mayor rango en el museo, y sin embargo estaba uniformado, ya que Menes creía en la igualdad. Eléan compartía la visión con él, pero muy dentro sintió que Menes podría bien no usar el mismo uniforme que usaban los demás; pero sin embargo le había dado la batuta para tomar cualquier decisión respecto al Gran Museo y no interfirió.

La primera hora de la visita pasó rápidamente. Menes y Eléan explicaban a Minu de cómo todos los animales de la tierra evolucionaban dependiendo del medio que los rodeaba y que básicamente la Naturaleza los ponía a prueba y que los que permanecían habían superado dicha prueba. Minu no encontró ninguna especie que se pareciera a la suya, lo que le hizo preguntarse a qué clases de pruebas habrían sido sometidos sus antepasados. Esta visita le albergaba una gran sorpresa.

Continuó la visita; ellos caminaban en un pasillo que comunicaba la sala de Evolución X y Evolución XI. Un segundo uniformado hizo una aparición repentina y le comentó algo a Menes y Eléan en voz baja. Seguido, Eléan se reclinó sobre Minu y le dijo que habría de continuar su visita en compañía de Eléan, uno de los guías del museo (y que casualmente tenía el mismo nombre que su padre). Esto inquieto mucho a Minu, no por estar en la compañía de un desconocido, sino porque algo requería la atención inmediata de su padre y Menes. Antes de retirarse, Eléan le dijo que el guía sabía mucho más que él del museo y que la visita sería mucho más fructífera. Minu no opinó lo mismo.

-Apuesto a que encontrarás la siguiente sala muy interesante, Minu- comentó el guía y prosiguió – tu padre ya me ha hablado mucho de ti y de tus curiosidades. – Minu ni siquiera lo volteó a ver, estaba realmente enfadado. Este sentimiento no duró un minuto más, puesto que al entrar a la siguiente sala lo que vio lo hizo quedar atónito. Creía que una de sus preguntas había sido respondida.

Comenzó a ver con excitación todas las vitrinas… h-o-m-o e-r-e-c-t-u-s… h-o-m-o s-a-p-i-e-n-s. Pero él no sabía que era un homo sapiens, jamás había oído hablar de tal cosa. Decidió superar su rencor hacía Eléan y le preguntó: - ¿son estos nuestros antepasados? – El guía sonrió y respondió: - Lo que ves es un hombre, y sus fisonomía es básicamente idéntica a la tuya o mía. Sin embargo, ellos no son nuestros antepasados, pertenecen a la raza ahora conocida como humanos, que se extinguieron hace miles de años. -

4 comentarios:

Pandro dijo...

Esta poca madre!!! la neta suena bien, ya como que me quede picado, espero no se tarde mucho la siguiente entega. en serio de pelos!!!

Linda dijo...

Que chida historia!! Ya te amolaste porque vas a tener que seguir escribiendo.
Algunos detalles me remitieron a la novela de Las Cavernas de Acero, de Asimov (recomendada) y a una de sus novelas de la serie de Fundacion.

Un beso!

Anónimo dijo...

Sí,sí me gusto vario!!! Ya te habías tardado vario en sacar a la luz pública (jaja) tus dotes de escritor, pero que bueno que ya te decidiste a hacerlo...

Ya voy a tener algo interesante que leer en mis ratos libres de oficina (que son muchos ja), así que apurate a escribir o.k

Saludos

Nikko 2.0 dijo...

De pelos amigo, me cae que yo sabia que algo bueno tenia que salir de esa cabecilla loca.
Estaré al pendiente.