martes, 13 de febrero de 2007

3.0 MINU SENTINO, UN MILAGRO

Era tiempo. Eso pensó Eléan Sentino mientras contemplaba el anillo de platino que sostenía en sus manos. Coronado por un brillante rubí rojo, tan cristalino que reflejaba su rostro a la perfección, era un símbolo de lo que ella significaba para él. Eran ya 2 años de conocer a Danaé, y no pensaba en otra persona que ella. Era tiempo.

Durante el levantamiento del Gran Museo, Eléan estaba siempre vigilante de que su gran idea fuera llevada a cabo pero como también tenía otros proyectos en proceso eventualmente debió contratar a alguien de confianza para que fuera sus ojos en la construcción. Él pensó en primer lugar en Menes Fergo por la confianza que le tenía, pero éste rechazo la oferta debido a que consideraba que la actividad estaba fuera de sus cualidades. Esto era sin duda una mentira pero su amistad se basaba en el respeto y Eléan no indagó más. En su lugar, Menes recomendó a Danaé, una becaria suya hacía muchos años, donde ella había demostrado ciertos atributos que le serían de utilidad a Eléan (y otros que también llegaría a reconocer pero no lo sabía Menes).

El encuentro entre ellos dejó huella: se dio en el lugar de la construcción, donde Eléan quiso ver si la jovencita podría estar al nivel de la monumentalidad de la obra, a manera de prueba. Sus dudas tardaron en evaporarse ni 5 segundos. Danaé era citadina, había vivido en Ciudad Central toda su vida y estaba muy acostumbrada a ver obras grandes. Más aún, había colaborado en un par de ellas, mientras estudiaba Arquitectura en la UTCC (Universidad Técnica de Ciudad Central). Su mirada inicial al entrar al sitio era de sorpresa y admiración pero a la vez de despecho, como diciendo “tú no me asustas”. Eso fue lo primero que atrajo a Eléan hacia Danaé; no fue la única vez que vio esa misma mirada.

- Danaé, las palabras se terminaron el día que te conocí. No puedo ya expresar así lo feliz que me has hecho y cuánto deseo pasar el resto de mi vida contigo. Acepta esto… – le dijo Eléan mientras le ofrecía el anillo de compromiso, en una estrellada noche en la azotea de la Torre S y ella estallaba en un sí... La familia de Menes era de las más importantes de Ciudad Central, debido a la gran cantidad de científicos e inventores que había existido en su historia, casi una dinastía. Ya tenían una franquicia de centros de investigación, uno de los cuales se ubicaba en esta torre, propiedad de Industria y Avances Fergo. La torre S era una monumental columna pandeada en forma de S, la fachada mostraba los vidrios más impecables de la ciudad y no dejaba ver ni un rastro de su estructura interna. En sí la forma de S habría de mostrarla como vulnerable o débil, pero cuando se lograba contemplar la colosal magnitud de sus secciones, se disipaba cualquier sensación de fragilidad. Era el edificio más alto de Ciudad Central, con 145 pisos. De ahí podía verse, si había la suficiente claridad, el resplandor de una de las ciudades más importantes, Guaju. - Un espectáculo hermoso en verdad- pensó Danaé, y nunca en su vida olvidó esa noche.

Guaju no era tal como Ciudad Central, eran parecidos en monumentalidad y su resplandor a distancia era equiparable, pero tenían otras características muy diferentes. Por un lado, la Ciudad Central era todo aquello que enorgullecía a la raza “neohumana”: una gran gema, pulcra y brillante, símbolo de la grandeza de la raza y de su superioridad (en esos tiempos, compararse y diferenciarse de los humanos estaba de moda, quizá no se sentían ya tan diferentes). Por el otro lado, estaba Guaju, no tan brillante, donde se dejaban ver algunos rasgos negativos de la propia raza. Los indicios eran apenas incipientes, pero ya miembros de la comunidad habían empezado a emigrar hacia Ciudad Central, dejando Guaju en manos de nadie. Todo esto alarmaba a Eléan, altruista y proyectista nato, debía hacer algo para revertir lo que sucedía.

Tener a Guaju a la vista (en la torre) era parte de su plan, él deseaba vivir ahí con Danaé. Lograr que ella aceptara moverse de Ciudad Central fue difícil, casi imposible, pero al nacer Elae, su primogénito, ella estaba tan complacida por todo lo recibido hasta el momento, que decidió dejar ir sus prejuicios acerca de aquella ciudad y mudarse. Al cumplir 1 año Elae, Danaé le daría la sorpresa de que nuevamente estaba esperando otra criatura.

Danaé no estaba ya en condiciones de tener otro hijo. Lo escuchó tantas veces casi para perder la cordura. Los doctores le recomendaron no tenerlo, pero ella tenía creencias “no tan modernas” en esos temas. Se le había dado otro regalo más y ella no habría de tirarlo así nada más. Tomó la decisión conscientemente y así lo tuvo presente durante unos difíciles 6 meses, donde su vida peligró.

El nacimiento fue un día que nadie en esa sala de parto habría de olvidar. El alumbramiento estaba programado para 6 semanas después, pero el desangrado era ya demasiado y el evento tuvo que ser anticipado. –Ella no sobrevivirá- le dijeron los doctores a Eléan. Incansable y esperanzado, estuvo con su esposa hasta el momento en el que Minu era cargado por los doctores… -no respira…- alcanzaron a oír. Danaé débilmente lloraba y Eléan trataba de reconfortarla, mientras ambos escuchaban a los doctores tratando de resucitar al recién nacido. De pronto ella se dirigió a Eléan –Minu, así se llama tu hijo- y cerró los ojos, su cuerpo parecía ya haber perdido la vida.

Ya habían pasado 10 minutos. La resucitación había fallado y Eléan estaba inconsolable, tomaba la mano sin vida de Danaé. Todo el personal estaba desolado: se habían perdido 2 vidas ese día.
De pronto, todas las luces de la sala se apagaron y un tremor se hizo sentir. Esto habrá durado apenas unos segundos, pero la intensidad del sismo y del momento hicieron parecer como si hubiese sido eterno, casi providencial. Todo se detuvo. Un llanto apenas inaudible llamó la atención de todos. Minu estaba vivo. Las luces inmediatamente volvieron y la vida en la sala de parto fue milagrosamente devuelta. Danaé sujetó la mano de Eléan y casi poseída le dijo –fui por mi hijo y volví, ¿se encuentra bien?-. Luego se desmayó.

Los días siguientes fueron de felicidad y regocijo, Danaé no había sufrido casi ningún daño y Minu, a pesar de ser prematuro tenía una salud perfecta. Sin embargo, Danaé no tenía ningún recuerdo de lo que había pasado durante esos 10 minutos y parte de ella estaba muy agradecida de no haber sufrido el dolor que resistió Eléan. Ella era muy fuerte, pero no tanto como él. -Gracias- siempre pensó.

Durante la siguiente semana 5 nacimientos similares ocurrirían en diferentes rincones del planeta, nadie nunca notó la relación entre estos eventos -quizá porque un nacimiento no era nada espectacular- excepto Menes Fergo. Él acostumbraba sumergirse nocturnamente en cualquier publicación que contuviera noticias del mundo. Así se percató... pero ni siquiera él pudo anticipar la real conexión. Nadie podía.

4 comentarios:

darkmanny dijo...

Danae es mi ídola! fue por Minu y regresó!!!! que padre! escribe más!!!!!!! es como las malditas series, nos quedamos con el jesus en la boca cada capítulo...

Anónimo dijo...

Todos tienen nombres como de Procesadores mmmm.... y tu cuando vas a dar el anillo semi??? jajaja

Linda dijo...

Tan tan tan taaaaannnnnnnn
Vaya hasta que llego la entrega 3!! No defraudaste y gran cierre...estoy super intrigada con Menes Fargo! El tio debe ser la llave de la historia...Sigue asi!

Nikko 2.0 dijo...

queremos la 4, queremos la 4